¿Dónde estaba yo en 1998?
En 1998, empecé mi último año de Derecho Económico en la Universidad de Deusto en Bilbao (donde, según he sabido después, me llamaban la “grunge”). Acababan de inaugurar el Guggenheim y mi ciudad comenzaba a transformarse en el parque temático que es hoy. El cambio urbano propició algunas cosas buenas, como la apertura de espacios culturales alternativos que frecuentaba entonces: En Canal (un hangar abandonado convertido en taller de artistas), Mina Espacio (un antro maravillosos donde ví por primera vez a la Fábrica de Teatro Imaginario) y otros que no recuerdo.
En 1998 tenía 21 años y hacía lo que cualquier persona de mi edad. Vivía con mis padres. Fumaba hachis compulsivamente. Tomaba pastis los fines de semana, escuchaba música electrónica y practicaba el clubbing. Escribía poemas suicidas que me publicaban en la revista jesuística de mi universidad (un honor). Pasaba las mañanas en un bar que ahora es un restaurante de kebab y muchas tardes en el estudio de grabación de mi amigo Little Fish que acababa de ganar el Villa de Bilbao y era un músico prometedor. Iba de gira con los grupos de mis amigos (porque jamás he sabido tocar ni una nota) y a veces pasaba los conciertos bebiendo cerveza en el backstage. Estuve en la India y en Nueva York. Estudiaba mucho porque quería acabar la carrera cuanto antes. Ahora me doy cuenta de que estaba obsesionada con salir pitando.
1998 sería el principio del final de muchas cosas. De mi vida en la capital de Euskadi antes de marchar a Paris, de una historia de amor muy larga que haríamos durar hasta el cambio de siglo, de mi relación intensa con los que aún siguen siendo mis amigos aunque ya no tengamos casi nada en común y de mis estudios de Derecho (que sólo me han servido para que me dieran mi primer trabajo en gestión cultural pensando que sería capaz de hacer nóminas).
En 1998 no tenia ni idea de lo que quería. Pero creo que empezaba a tener muy claro lo que no.