Barcelona, año 2005. Toda la ciudad está invadida por restaurantes modernos, nouvelle cuisine, fusión catalano-thaï, comida rápida..
¿Toda? ¡No, toda no! Un pequeño lugar resiste a la especulación. Situado en un entorno privilegiado, frente al puerto de Barcelona, con vistas a los mástiles y la escultura de Liechtenstein, el humilde Bar Caravela, en un admirable gesto de rebeldía, sigue ofreciendo comida casera a precios de cuando las pesetas.
Ensalada a 2,75€, bistec con patatas a 3,75€. El famoso menú a mil pelas, icono cultural de La-España-Que-Fue, sobrevive en este lugar. Un hombre lo ha conseguido: es Papitu, un catalán de pies a cabeza, solo al frente del fogón. Con la ayuda del fiel Tarik, un pakistaní forofo del Barça, Papitu cocina y resiste. Entre sus clientes habituales se cuentan jubilados (de esos que viven con menos de 400 € al mes) y free-lancers pelados de pasta. Para colmo, el Caravela tiene terraza soleada y si no llegan las mesas, se las piden al bar de al lado.
La Generalitat de Catalunya debería otorgar a este hombre un premio al trabajo de una vida y al servicio social a la comunidad. Un hurra por Papitu ¡Per molts anys!
¿Toda? ¡No, toda no! Un pequeño lugar resiste a la especulación. Situado en un entorno privilegiado, frente al puerto de Barcelona, con vistas a los mástiles y la escultura de Liechtenstein, el humilde Bar Caravela, en un admirable gesto de rebeldía, sigue ofreciendo comida casera a precios de cuando las pesetas.
Ensalada a 2,75€, bistec con patatas a 3,75€. El famoso menú a mil pelas, icono cultural de La-España-Que-Fue, sobrevive en este lugar. Un hombre lo ha conseguido: es Papitu, un catalán de pies a cabeza, solo al frente del fogón. Con la ayuda del fiel Tarik, un pakistaní forofo del Barça, Papitu cocina y resiste. Entre sus clientes habituales se cuentan jubilados (de esos que viven con menos de 400 € al mes) y free-lancers pelados de pasta. Para colmo, el Caravela tiene terraza soleada y si no llegan las mesas, se las piden al bar de al lado.
La Generalitat de Catalunya debería otorgar a este hombre un premio al trabajo de una vida y al servicio social a la comunidad. Un hurra por Papitu ¡Per molts anys!
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