4.10.06

El reality perfecto: American Splendor














Dicen que los libros de auto-ayuda sólo ayudan a quienes los escriben. Aunque dudo que sea cierto, es una idea elocuente que me viene a la cabeza viendo American Splendor. La película (the movie) narra el ascenso mediático de un tipo corriente llamado Harvey Pekar que empezó escribiendo guiones de comic en su Cleveland natal y acabó hace poco en el festival de Cannes convertido en uno de esos iconos lumpen que tanto atraen a la inteligentsia bourgeois-bohème.


Harvey Pekar es el antiheroe perfecto: feo, inteligente y depresivo. Su camino a la fama comienza gracias a la colaboración con el entonces desconocido ilustrador de postales Robert Crumb. Antes de convertirse en el archifamoso dibujante de cómics, Crumb fue el primero en dar vida a los guiones autobiográficos de Harvey que se empezarían a publicar regularmente como una serie de historias gráficas bajo el título de American Splendor. En ellos, Harvey relata su día a día de excluido del sueño americano, archivero anónimo en los bajos de un hospital que comparte su tiempo con un gato obeso y un deficiente mental: el auto-proclamado nerd Toby Radloff.

Con los dibujos de Crumb llega la fama y con ésta una mujer, Joyce Brabner, entusiasta seguidora de American Splendor que decide viajar hasta Cleveland a conocer a su autor y se queda (como dice Pekar: "Misery loves company"). Y con la fama llega un programa de televisión que lo ficha de puro freaky y del que acaba siendo expulsado por hincharle las pelotas al presentador. Pero para entonces, Pekar ya es un reconocido autor de serie B y sus cómics se venden como rosquillas. Cuando le detectan un cáncer, su esposa decide subirle el ánimo adoptándo a una niña que Pekar detesta, hija de unos amigos que no quieren hacerse cargo de ella. En ese extraño ambiente familiar, marido y mujer escriben el famoso ”Our Cancer Year” con el que se ganarán el corazón de millones de norteamericanos. Hoy los tres, Harvey, Joyce y la niña siguen juntos y se les puede ver posando ante los fotógrafos en Cannes durante la presentación de la película.

Algunas personas con las que he hablado de American Splendor me han dicho que es lo más deprimente que han visto en mucho tiempo. Pues yo debo de tener un emotividad invertida porque es una de las pelis más divertidas que recuerdo. Y estimulante. Porque a ver quién no se siente identificado con un pobre tipo que empieza haciendo monigotes mientras habla con su gato y acaba siendo uno de los autores más famosos del comic underground. La historia (la real) tiene todos los ingredientes para triunfar: la miseria contemporánea, el éxito inesperado y -snif snif- merecido de un perdedor de manual y, sobre todo, la sensación de estar viviendo un reality hiper-real. Porque en el viaje al esplendor de Pekar se superponen varias narraciones que se repiten y deforman hasta el punto en que no sabes (no te importa) dónde acaba la autobiografía y empieza lo demás. Su vida. Los comics sobre su vida. La película sobre los comics y sobre su vida. Los blogs s obre la película y sobre los comics y sobre su vida. Y así sucesivamente como una caricatura reflejada en demasiados espejos.

En cineismo.com lo explican así:
Hay miles de ángulos para aproximarse a American Splendor y su personaje, así como montones de puntas desde las cuales desarrollar un análisis. El film resulta una de las más extrañas simbiosis entre realidad y ficción. Una película que elige contar desde la biografía, pero apoyándose en la historieta. Que mezcla documental, ficción y animación –el Pekar dibujado cuestiona al Pekar ficcionalizado– con gran maestría. Pero que, por encima de todo, es la sutil puesta en primer plano de un ser pesimista y de cómo éste puede encontrar su lugar dentro de una sociedad que patea lo feo bajo la alfombra, y fracasa evitando el fracaso. “Si el fin es perder la guerra, el objetivo será ganar algunas batallas”, dice Pekar. Y sabe lo que dice porque él mismo representa un pequeño triunfo.
La peli es genial. Los comics también. Pero no se me quita de la boca el saborcillo a moraleja. Ya se sabe, en América siempre ganan los buenos. Hasta el compañero de miserias laborales de Pekar, Toby Radloff, se ha convertido en una estrella de la blogosfera con peinado a lo Harvis Cocker, supongo que asesorado por el listillo que aparece con él en las fotos y pretende hacerse famoso a su costa.

American Splendor es un super producto contemporáneo en el mejor y el peor de los sentidos. El reality perfecto.

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